Señor director:
Se discute si el Viernes Santo debiera ser feriado irrenunciable. Sin embargo, legislar su cierre total implicaría un duro golpe económico.
Según la Cámara Nacional de Comercio, un día sin ventas costaría entre 150 y 200 millones de dólares, afectando a grandes tiendas, pymes y trabajadores por comisión. Además, se pondría en riesgo el turismo argentino en Semana Santa, con hasta 200 mil visitantes que podrían gastar cerca de 80 millones de dólares en Chile.
Aunque el descanso es valioso y respetar fechas religiosas es legítimo, también debemos considerar que vivimos en un Estado laico y en un contexto económico frágil. ¿No sería mejor dar libertad para trabajar con compensación, como en Europa, y así conciliar fe, economía y empleo?
Felipe Oelckers, Director de la carrera de Ing. Comercial UNAB sede Viña del Mar
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