Claudia Rojo, coordinadora del Instituto de Ciencias Naturales UDLA Sede Viña del Mar
Este año, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia está marcada por un momento clave: el 30º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, uno de los mayores hitos en la lucha por la igualdad de género a nivel global.
En 1995, los líderes del mundo se comprometieron a cambiar el rumbo de la historia con el fin de garantizar los derechos y oportunidades de las mujeres. Desde entonces, hemos visto avances notables, con mayor participación en la academia, en la investigación y en puestos de liderazgo en áreas que tradicionalmente han sido dominadas por hombres. Sin embargo, ¿es suficiente?
Aunque hemos progresado, aún queda mucho por hacer. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), menos del 30% de los investigadores en el mundo son mujeres y los estereotipos siguen influyendo en las decisiones de niñas y adolescentes cuando piensan en su futuro. Es por ello, que el lema de este año es tan importante: diversidad, derechos, igualdad y empoderamiento.
A nivel mundial, la brecha de género sigue siendo un desafío. A pesar de los esfuerzos por fomentar la participación femenina en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), muchas enfrentan una serie de obstáculos. En Chile, la situación no es tan diferente, ya que si bien cada vez más mujeres se suman a la ciencia, aún deben lidiar con barreras como la falta de financiamiento, la insuficiente visibilidad de sus logros y la dificultad de conciliar la vida laboral y personal. Para lograr un cambio real, es fundamental seguir impulsando iniciativas que motiven a niñas y adolescentes a elegir esta área y garantizar oportunidades, apoyo y reconocimiento en un país con una enorme diversidad natural que necesita más mentes femeninas para su investigación y protección.
La Declaración de Beijing dejó en claro que la igualdad no es un favor ni un gesto de buena voluntad, sino un derecho, por lo que el reto es asegurarnos de que esa igualdad se convierta en oportunidades reales para las niñas y adolescentes de hoy.
Fomentar la igualdad de género y la inclusión es esencial, no sólo en el ámbito científico, sino que en cada aspecto de nuestra forma de vida, para que las nuevas generaciones crezcan en un entorno donde el respeto y la diversidad sean la norma, y donde cada niña pueda soñar sin límites ni estereotipos. Este compromiso es el que nos debe impulsar a trabajar cada día para derribar barreras y construir un futuro más justo y equitativo.
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