Karen Caro Vallejos, académica de Escuela de Enfermería, Universidad Andrés Bello Sede Viña del Mar
Hace unas pocas semanas se celebró la Jornada Mundial de la Higiene de Manos, liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El objetivo de esta instancia es concienciar sobre la importancia de la higiene de manos en el cuidado de la salud y unir a las personas en apoyo a su mejora en todo el mundo. Desde el año 2005, nuestro Sistema de Salud se suma a este objetivo mediante su Programa de Higiene de Manos, contribuyendo además a la Estrategia de la Seguridad del Paciente en los establecimientos de salud, en donde uno de los riesgos está en la transmisión de microorganismos desde y hacia los pacientes e incluso al mismo personal de salud.
La higiene de manos, entonces, se enmarca como una de las medidas más importantes para prevenir la transmisión de microorganismos perjudiciales para la salud humana. Esto quedó demostrado de manera fehaciente en el año 2020, con la llegada de la pandemia por COVID-19. En ese momento, la higiene de manos fue una de las primeras acciones recomendadas para evitar el contagio, ya que no teníamos suficiente información sobre el virus. Sin duda, esta medida contribuyó a salvar vidas junto con otras estrategias implementadas. No obstante, al mirar hacia atrás y al no sentirnos amenazados actualmente por una pandemia o por un microorganismo desconocido, no debemos olvidar la importancia de esta medida, sobre todo, en este frío otoño-invierno, y en donde las campañas de vacunación nos recuerdan las consecuencias catastróficas que pueden generar los microorganismos que provocan patologías respiratorias en nuestra población infantil, personas mayores y/o con un débil estado de salud o débil sistema inmunológico.
Es importante recordar que la higiene de manos incluye tanto el lavado con agua y jabón como la higienización con alcohol gel. Aunque el alcohol gel tiene una actividad antimicrobiana comprobada, no es efectivo contra las esporas que algunos microorganismos pueden producir para defenderse sumado a que pierde su efectividad frente a la presencia de suciedad o humedad. Por lo tanto, se recomienda utilizar alcohol gel cuando no sea posible lavarse las manos con agua y jabón y mantener el hábito de higienizarse antes de comer, tocarse la cara y al llegar a casa desde lugares públicos.
En resumen, la higiene de manos es una práctica fundamental para proteger nuestra salud, es la medida más económica, sencilla y eficaz para reducir el riesgo de infecciones pues las manos se convierten en vehículo y mecanismo de transmisión por contacto para diversos microorganismos.