Yanira Madariaga Baeza, Psicóloga Clínica y académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, Sede Viña del Mar.
El Día Internacional de la Mujer es una ocasión para visibilizar los avances y logros en torno a los derechos de las mujeres y además reflexionar sobre los desafíos que persisten. Este año, enfocamos nuestra atención en un tema crucial, a menudo relegado e invisibilizado: la salud mental perinatal de las mujeres trabajadoras y cuidadoras en Chile.
Los datos revelados por la séptima ronda del “Termómetro de Salud Mental en Chile ACHS-UC” son alarmantes y señalan un problema más amplio en nuestra sociedad. El aumento significativo en la brecha de género en salud mental en el primer trimestre del año, con un 25% de mujeres reportando problemas de salud mental, contrasta drásticamente con la disminución del 2% entre los hombres.
Este desequilibrio no solo refleja una crisis individual, sino que también pone de manifiesto desafíos estructurales que enfrentan las mujeres al intentar equilibrar las demandas laborales en el ámbito público y las responsabilidades y cuidados en la esfera privada. En un contexto más amplio, estos números refuerzan la necesidad de una conversación nacional sobre la igualdad de género y el apoyo a la salud mental de las mujeres durante la transición a la maternidad.
El aumento en los síntomas de depresión, percepción de soledad e insomnio entre las mujeres trabajadoras revela una red de desafíos interconectados. La sociedad debe reconocer que la maternidad y la carrera profesional no son caminos paralelos, sino rutas que se entrelazan, exigiendo una atención más cuidadosa y respuestas estructurales.
A nivel global, las estadísticas presentadas por The Economist resaltan el impacto de la maternidad en las decisiones laborales de las mujeres en 134 países. El 24% de las mujeres abandona la fuerza laboral durante el primer año después del nacimiento de su primer hijo. Después de cinco años, el 17% aún no ha regresado al trabajo, y después de diez años, el 15% sigue ausente de la fuerza laboral. En América Latina, el 38% de las mujeres trabajadoras abandonan la fuerza laboral después de tener hijos, y el 37% aún no ha regresado después de diez años.
Estos números no solo reflejan la lucha individual de las mujeres, sino que revelan una falla sistémica que limita la participación y el progreso de las mujeres en el ámbito laboral. La penalización de la maternidad, la precarización económica que implican los cuidados sin una remuneración, las brechas de empleo y las limitaciones laborales debido a responsabilidades de cuidado familiar son problemas profundamente arraigados que requieren visibilidad y atención urgente.
Como sociedad, es nuestra responsabilidad abordar estos desafíos. La salud mental perinatal no debe ser un tema marginal. Necesitamos políticas laborales más inclusivas, licencias parentales adecuadas y un entorno que apoye la salud mental de las mujeres. Es esencial que las empresas y el estado fomenten la flexibilidad laboral y la creación de espacios que reconozcan las diversas facetas de la vida de las mujeres trabajadoras.
Si bien se ha avanzado en políticas públicas como el post natal de 5,5 meses (absolutamente insuficiente si relevamos las necesidades de los bebés y la diada) o la ley de conciliación de la vida laboral familiar y personal, nos encontramos con que algunos empleadores están rechazando por ejemplo las solicitudes de teletrabajo, lo que sin duda, genera aumento de malestar emocional y una precarización de la salud mental, puesto que las mujeres, siguen siendo las principales figuras de cuidado de niñas y niños.
En este Día Internacional de la Mujer, insto a la sociedad a reconocer y abordar los desafíos en la salud mental de las mujeres. Debemos trabajar juntos para construir un futuro más equitativo, cuestionando las estructuras de poder en el que las mujeres no se vean obligadas a elegir entre su carrera y su bienestar mental al convertirse en madres. La equidad de género beneficia a toda la sociedad, y es hora de asegurar que ninguna mujer se sienta atrapada en las intersecciones de la maternidad y el mundo laboral.
Debemos avanzar hacia una cultura que valore y apoye la salud mental de las mujeres trabajadoras y cuidadoras, reconociendo que invertir en ellas es invertir en el bienestar emocional, social y económico de toda la sociedad. La equidad de género no solo es un principio; es una necesidad imperativa para el progreso y la justicia en nuestro país.
Así como nuestras antecesoras, seguiremos luchando por la igualdad, la justicia y la dignidad. Como en algún momento señaló Berta Cáceres: El reconocimiento de los derechos de las mujeres no es un favor, es una obligación del Estado.