Sergio Miranda, académico Carrera de Psicología UDLA Sede Viña del Mar
Con la llegada de diciembre, comienzan a surgir ciertas reflexiones. Por un lado, aparece una parte luminosa del significado que trae fin de año. Casi de manera literal, con las calles y casas llenas de luces, pensamos con quiénes vamos a compartir estas dos fechas, qué es lo que vamos a comer y la distribución de roles en las familias. Nos vamos movilizando de muchas maneras.
Con la próxima llegada del año nuevo, se van asomando ideas sobre 365 nuevas oportunidades y todo lo relacionado a los nuevos comienzos y celebrar, como si esto fuera el ritual oficial para que todo lo que deseamos de nosotros mismos y del resto se cumpla. A través de los grandes abrazos, de las copas levantadas y los fuegos artificiales, estamos de alguna forma disponiéndonos a esperar lo mejor.
También, de manera implícita, hay una idea o casi ley de que hay pensamientos que no debiesen salir a la luz. Es esa parte de nosotros que se replantea sobre las situaciones más duras, es el ‘’otro lado’’ donde se visualiza el año en su totalidad. Se parte por revisar su rapidez, el paso de los días y semanas, de lo cual no tenemos control y visualizamos a las personas que estuvieron involucradas. Agrego un pequeño recordatorio: es necesario tener presente siempre quiénes son y qué significan para nosotros nuestros seres queridos, desde el amor.
Otro aspecto que es transversal, es la revisión de metas, que puede hacernos sentir de diferentes maneras. Podemos sentirnos vulnerables y decepcionados por no alcanzar algún objetivo en específico, pero creo firmemente en que hay un elemento más potente, que es el aprendizaje. Todo tiene una consecuencia y estas nos remueven. Sea cual sea la sensación, el aprendizaje siempre será parte fundamental en nuestra experiencia como seres humanos.
La invitación para este termino de año es poder ejercitar nuestros espacios de reflexión, una nueva especie de ritual. La transformación debe partir con la búsqueda de responsabilidad. Esperemos que uno de los objetivos de estas fiestas sea descansar y que este fin de año signifique de igual manera poder disfrutar de momentos agradables y de unión con las personas que nos rodean y apreciamos. Sea cual sea la situación por la que se atraviese, la conexión con la emoción pueda estar en el aquí y el ahora. Que los aires de nuevo año y oportunidades nos den el puntapié para crecer.