Faltando poco para terminar el año escolar 2023, son tres los aspectos en que podemos reflexionar.
Desde la vereda de la pospandemia, como país hemos abordado el rezago de las habilidades de la lectoescritura y el aprendizaje, apoyados desde el Ministerio de Educación con el Plan de Reactivación Educativa que, a través del Plan Nacional de Tutorías desde 2022, convoca a estudiantes de educación superior de diferentes carreras como tutores, comprometiéndose a mediar y apoyar el aprendizaje de la lectoescritura de niños y niñas de escuelas con altas necesidades, las que durante la pandemia vivieron importantes brechas en el aprendizaje debido, especialmente, a los limitados recursos tecnológicos.
Del mismo modo, este año la inclusión ha cobrado protagonismo a través de la Ley 20.845, la que ha exhortado a las diferentes instituciones educativas, en todas sus modalidades, a la no discriminación, invitándolas a realizar propuestas y estrategias en las que la diversidad sea la bandera y lidere sus propósitos.
Además, el 2023 hemos sido testigos de cómo la inteligencia artificial, en todos sus tipos y modalidades de lenguaje, llegó para quedarse, transformándose en un foco de aprendizaje ineludible para toda la sociedad.
Este ha sido un año de aprendizajes, con tremendos desafíos para abordar el 2024, evaluar los procesos de reactivación, y mejorar la calidad y formación de los tutores que lideran el plan nacional. Por otro lado, esperamos que la educación superior siga abriendo sus puertas a la inclusión, cada vez de manera sólida, con profesionales suficientemente sensibilizados y comprometidos con las diferencias.
Por último, estamos llamados a cambiar el paradigma y mirar la educación desde la tecnología y la modernidad, donde el verdadero desafío es el aprendizaje de la mano de la inteligencia artificial, a través del pensamiento crítico, el análisis permanente y la capacidad de transformar lo que ya conocemos en nuevos aprendizajes.