Con frecuencia escuchamos a algunas personas decir que les duelen las rodillas porque hace frío, va a llover o porque ya cumplieron cierta edad. Pero ¿realmente se puede relacionar el dolor de estas articulaciones con el clima y la etapa de vida?
Rodrigo Beltrán, Director de Carrera de Kinesiología de UDLA Sede Viña del Mar, explica que sentir dolor de rodillas puede relacionarse con la edad de las personas. Por ejemplo, es habitual en niños en etapa de crecimiento (hasta los 12 años aproximadamente) y también en mayores de 60 años, pero “principalmente está vinculado a la calidad de las estructuras del individuo (musculatura, sistema óseo, indemnidad del sistema articular, sistema fisiológico), es decir, qué tan preparado se encuentra anatómica y funcionalmente para su edad”.
El académico agrega que el frío también puede ser uno de los factores que predisponga al dolor de rodillas, pues las bajas temperaturas disminuyen la velocidad de conducción sanguínea o vasodilatación, potenciando la vasoconstricción, lo que conlleva a una reducción en la respuesta al movimiento de todos los sistemas involucrados en la articulación.
“El dolor de rodillas puede tener varias causas. Puede ocurrir en personas con sobrepeso y obesidad, cuando hay aumento de al menos el 10% del peso normal o índice de masa corporal; cuando hay desplazamiento de puntos de crecimiento (placa epifisiaria), por lesiones traumáticas, sedentarismo, fragilidad, pérdida de masa muscular (sarcopenia) y ósea (osteoporosis)”, comenta el kinesiólogo, quien detalló que entre las enfermedades asociadas a malestar en estas articulaciones se puede mencionar gonalgia (dolor de rodilla), meniscopatía, artrosis, derrame articular, displasia patelofemoral, entre otras.
Sobre cuándo se debiera consultar a un especialista, Rodrigo Beltrán, dice que en dolores sobre 7 en escala de Escala Visual Análoga (EVA) y cuando conlleven una afección o molestia que impida que una persona pueda realizar sus actividades de la vida diaria.
“Desde la kinesiología hay terapias que permiten disminuir este tipo de dolor, por ejemplo, medidas físicas como termoterapia, crioterapia, terapia de estimulación neurosensitiva, ejercicio terapéutico y, principalmente, un cambio radical en la cantidad y calidad de movimiento en cada persona, con ejercicio planificado por al menos 150 minutos semanales como indica la Organización Mundial de la Salud en adultos. También hay ejercicios que se pueden realizar para evitar este tipo de dolencias, entre ellos, el fortalecimiento de las extremidades inferiores, comenzando con adaptación en ejercicio isométrico sin rango de movimiento para pasar gradualmente a ejercicios dinámicos con carga incremental”, expresa el académico UDLA.