Columna de opinión de Claudio Tapia
Director Departamento de Estudios Humanísticos USM
A pocos días del resultado del Plebiscito de salida, con el amplio triunfo de la opción Rechazo, se ha abierto la discusión en función de ¿qué hacemos ahora? La respuesta inicial se encuentra de boca de cada uno de los sectores involucrados abiertamente en el debate político. Para los sectores más a la izquierda, el resultado del plebiscito no altera el trasfondo político, vale decir, continuar con el proceso de construcción de una nueva Constitución que reemplace a la de 1980, bajo el argumento de su origen espurio. En la vereda opuesta, los grupos más conservadores miran, con recelo, la posibilidad de reiniciar el proceso. Pero un amplio sector de la población, esa mayoría silenciosa que atiborró los locales de votación, debe ser el centro de atención en el momento de resolver cómo sigue el proceso.
Ante el cambio de postura de las autoridades del gobierno, bajo la consigna que no existía una tercera vía, la necesidad de hacer buena política se hace fundamental. Ya pasó el tiempo de los “gustitos personales” o las declaraciones destempladas que se produjeron en el período de la Convención, tanto dentro como fuera de ella. De seguir con la postura política de cambio de la Carta Fundamental, se deberá tener sobre la mesa los errores del proceso anterior, partiendo de la base del piso mínimo de derechos y deberes sociales para recomponer la convivencia entre los chilenos, con inclusión, con respeto a los pueblos originarios y valoración de los Derechos Humanos, pero también con la misión que efectivamente se construya en función de esa mayoría silenciosa, que se expresó el pasado domingo 4 de septiembre.
Tenemos como país una nueva oportunidad. Es necesario que la clase política visualice y tome real conciencia de esta situación, no pensando en las ventajas electorales o figuraciones mediáticas, sino en cómo será evaluada por la historia en algunas décadas más.