Pablo Rebolledo Dujisin, director de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad UNAB, y director de la carrera de Administración en Ecoturismo, UNAB Sede Viña del Mar.
Las montañas representan ecosistemas únicos y esenciales para la biodiversidad y los recursos hídricos del planeta. Según informes de la FAO y estudios en ciencias ambientales, las montañas albergan cerca del 25% de la biodiversidad terrestre y suministran agua potable a más de la mitad de la población mundial, lo que las convierte en un recurso crítico en un contexto de cambio climático y presión humana creciente. Sin embargo, estos entornos se encuentran bajo creciente amenaza por la deforestación, el desarrollo no planificado y el turismo masivo que, sin una gestión adecuada, puede tener efectos devastadores.
El territorio chileno es un claro ejemplo de la relevancia de estos ecosistemas, ya que el 80% de su superficie está compuesta por montañas, altiplano o campos de hielo. La protección de estas áreas requiere un enfoque integral que combine la evidencia científica y la participación activa de las comunidades locales, pero, además, la incorporación de saberes tradicionales y perspectivas indígenas es clave, como se ha demostrado en investigaciones recientes sobre el paradigma de la regeneración.
Chile ha sido pionero en proyectos innovadores que buscan la conservación y el desarrollo sostenible de las montañas. Iniciativas como el Laboratorio Andes del Sur, que integra ciencia, tecnología y conocimientos locales para monitorear y proteger los ecosistemas de montaña, son un ejemplo inspirador. Otro proyecto notable es Nilus, que se enfoca en la regeneración de fuentes de agua, un recurso indispensable que las montañas proveen y que enfrenta serias amenazas por el cambio climático y la sobreexplotación. A nivel internacional, iniciativas como la Comisión de Protección de las Montañas de la UIAA, Mountain Matters de la FAO o la Mountain Research Intiative, promueven la conservación global y la sensibilización sobre la importancia de estos ecosistemas.
Es importante entender que las políticas públicas deben reflejar estos avances y contar con un marco legal que incentive la conservación y el manejo responsable. Los gobiernos deben comprometerse con acuerdos internacionales que refuercen la protección de las montañas, reconociendo su papel fundamental en la regulación climática y la provisión de agua.
Este Día Mundial de las Montañas es un llamado a la acción. La colaboración entre gobiernos, universidades, ONG y comunidades locales es indispensable para proteger y regenerar estos ecosistemas. Sin embargo, no basta con que estos proyectos queden en manos de especialistas; es vital que la sociedad civil se informe, se eduque y participe activamente. La difusión de estos esfuerzos es clave para construir una red de apoyo que garantice el éxito de las iniciativas de conservación. La academia tiene la responsabilidad de aportar estudios que respalden políticas informadas y prácticas de manejo eficaces, mientras que la participación ciudadana debe convertirse en un motor para impulsar cambios reales.
La invitación es a aprender, participar y convertirte en parte de la protección de las montañas. La preservación de estos ecosistemas no es solo una tarea de especialistas, sino un compromiso compartido que nos incumbe a todos. Solo con la unión de esfuerzos podremos asegurar un futuro sostenible para nuestras montañas y las comunidades que dependen de ellas.
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