Macarena Arriagada Belmar, directora carrera de Obstetricia, Universidad Andrés Bello, Sede Viña del Mar.
El 2023 fue un año de transición para el mundo laboral debido a la turbulencia de los mercados globales y la incertidumbre económica. En los últimos años como sociedad, hemos experimentado grandes cambios en diferentes ámbitos: cultural, social, político, medioambiental y en especial en el ámbito tecnológico, lo que genera oportunidades para alcanzar mejor desarrollo y bienestar personal y social, y al mismo tiempo aparecen nuevos desafíos para lograr mejor formación y empleabilidad.
Los profesionales que egresan de sus casas de estudio se encuentran con un mercado laboral que evoluciona con gran rapidez, muchas veces mucho más que su misma formación. Esto trae consigo la necesidad de adaptabilidad al cambio frente a las exigencias del mundo laboral, en un contexto que ya no se circunscribe a un espacio físico muchas veces, sino más bien en un entorno globalizado, donde se hace necesario por ejemplo el manejo de nuevos idiomas, a la capacitación permanente en el uso de las TIC, el respeto a la diversidad cultural, el enfoque de derechos, entre otras. Es aquí donde empiezan a cobrar relevancia en los profesionales, las competencias transversales.
La UNESCO define las competencias transversales como: “Habilidades que suelen considerarse no relacionadas específicamente con un trabajo, tarea, disciplina académica o área de conocimiento concretos y que pueden utilizarse en una amplia variedad de situaciones y entornos laborales”. Estas no son específicas de un sector o función laboral en específico.
En el 2020 un estudio realizado por el Foro Económico Mundial reveló que un tercio del total de las competencias requeridas para la mayoría de los puestos de trabajo hasta el 2025 serán competencias relacionadas con: el trabajo en equipo, la inteligencia emocional o las relaciones sociales. En el estudio sobre el futuro del trabajo, realizado por mismo Foro Económico Mundial en el 2023, se considera que las competencias más importantes para los trabajadores son el pensamiento analítico y el pensamiento creativo, y se cree que seguirá siendo así en los cinco próximos años.
El Stanford Research Institute International afirma que el 75% del éxito en el trabajo depende de las competencias transversales y sólo el 25% restante proviene del dominio de las habilidades técnicas.
Por su parte, la Academia Oxbridge sostiene que, gracias a la tecnología, disminuirán las tareas que requieran habilidades duras, mientras que surgirá la importancia de las habilidades blandas. A este respecto, cita un estudio de Deloitte Access Economics, según el cual dos tercios de los puestos de trabajo se basarán en competencias transversales de aquí a 2030.
Estas competencias transversales se reconocen como competencias profesionales generales, y según la Comisión Nacional de Acreditación de Pregrado, para la carrera de Obstetricia son deseables las siguientes: comunicación, pensamiento crítico, solución de problemas, flexibilidad y proactividad, interacción social, autoaprendizaje e iniciativa personal, desarrollo personal, formación y consistencia ética, formación ciudadana, sensibilidad social.
Teniendo a la vista este fenómeno y los datos disponibles respecto a los rápidos cambios en las necesidades del mundo laboral, como formadores de profesionales matronas y matrones, y de otras profesiones, tenemos grandes desafíos. Al respecto, debemos hacer frente reconociendo estos cambios como una necesidad impulsada por el mundo globalizado, con rapidez y flexibilidad, incorporando en nuestros itinerarios formativos actividades permanentes y dinámicas, que permitan a nuestros estudiantes adquirir o desarrollar tan valoradas características. Y tal como afirmara la International Data Corporation, nos tendremos que distinguir de las máquinas invirtiendo en nuevos valores y habilidades como la imaginación, la creatividad y la empatía.