Dra. Miriam Pardo Fariña, académica de la Escuela de Psicología, UNAB Sede Viña del Mar
En países asiáticos, como Japón, envejecer se constituye en un honor para las personas, quienes son tratadas con especial deferencia. En Chile y muchos países, envejecer no es interesante pues no se cuenta con una cosmovisión cultural y social que considere deseable transitar por esta etapa de la vida.
Los temores que surgen en las personas mayores se basan, principalmente, en temas económicos, así como en las carencias físicas insoslayables que implican gastos importantes en el ámbito de la salud. Los temores se acrecientan ya que el país no se encuentra preparado para entregar una jubilación digna, constituir espacios saludables al aire libre, entregar atención sanitaria adecuada, preparar a cuidadores/as, así como crear recintos que tengan todas las condiciones para el bienestar biopsicosocial de quienes las habitan, en caso de no poder estar con los familiares en esta etapa de la vida.
El envejecimiento de los seres humanos está dado por los cambios primarios que marcan el deterioro corporal que se establece de manera progresiva durante el transcurso de los años. Sin embargo, también encontramos el envejecimiento secundario, no asociado a la biología de manera directa, ya que se relaciona con factores vinculados a los hábitos y costumbres de las personas, así como a los contextos que habitan. Podríamos enfermarnos por descuidos, tener buenos o malos hábitos de vida, vivir en ambientes hostiles recargados de agresiones ambientales, etc. Se agrega a lo anterior el deterioro neurodegenerativo que se puede manifestar de manera elocuente en la vejez, y que se trata de enfermedades que afectan al sistema nervioso central, tales como el Alzheimer, el Parkinson, la demencia, entre otras. El envejecimiento produce un temor soterrado cuando los países no generan las condiciones necesarias para garantizar el bienestar en todos los ámbitos que humanizan a la persona.
Las buenas prácticas de trato hacia las personas mayores se constituyen en pequeños avances de una sociedad que no facilita la salud física y mental de este grupo etario. Podemos postular que si nuestra sociedad está patologizada difícilmente podría entregar un espacio grato para quienes transitan por la vejez. Los problemas con los cuales nos encontramos a diario y que se exponen en noticieros, llámese delincuencia, infracciones a la ley de diversa índole, consumismo desmedido, etc., aparta de inmediato a las personas mayores que se encuentran en otro ciclo de su vida.
Dada la mentalidad mercantil referida a la productividad, ¿qué puede ofrecer alguien que ya se encuentra en esta etapa de la vida? La sociedad de consumo no acoge, porque este grupo etario pierde importancia al dejar de aportar económicamente como se esperaría. Sin embargo, la población senescente en Chile alcanza cifras relevantes. Inclusive, a nivel mundial, se han hecho estudios acerca del envejecimiento de la población implicando un sustantivo cambio demográfico. Mejores estándares de nutrición, de vida saludable y el control de las enfermedades, son grandes aportes para prolongar la vida de los seres humanos.