Director del Magíster en Tributación
Universidad Andrés Bello
La última Operación Renta 2024, evidenció un fenómeno que ilustra claramente la transformación de nuestra economía: cerca de cinco mil “influencers” declararon ingresos que superan los 40 mil millones de pesos. Este dato, proveniente del Servicio de Impuestos Internos, SII, no solo pone de manifiesto la magnitud de la economía digital, sino también la necesidad de adaptarse a esta nueva realidad.
Se trata de un fenómeno interesante de analizar desde el punto de vista impositivo. Según define el SII, un influencer es una persona natural que, a través de sus redes sociales, ejerce influencia sobre su audiencia y recibe ingresos de una marca o de un tercero. A pesar que es una actividad reciente, este modelo de negocio ha evolucionado y crecido exponencialmente, y su regulación fiscal presenta desafíos y oportunidades significativas.
La cifra de ingresos declarados es un claro indicio del poder económico de esta industria. Han pasado de ser simples creadores de contenido a verdaderos agentes económicos con una capacidad de impacto comparable, en algunos casos, a los medios tradicionales. La confianza y la relación que estos creadores establecen con su audiencia se traduce en un potencial de monetización considerable, que ya no puede ser ignorado por las autoridades fiscales ni por los actores tradicionales del mercado.
La declaración de ingresos por parte de los influencers es un paso positivo hacia la transparencia y la equidad fiscal. Sin embargo, también plantea desafíos únicos. Los ingresos en estos casos pueden ser variados y complejos, incluyendo pagos directos, productos gratuitos, viajes patrocinados y otras formas de compensación no monetaria. Determinar el valor justo o valor razonable de estos beneficios y garantizar su correcta declaración requiere una actualización constante de las normativas y una comprensión profunda de cómo funciona este ecosistema digital.
Este escenario también abre la puerta a nuevas oportunidades. La formalización y correcta tributación de los ingresos de los influencers no solo beneficia al fisco, sino que también puede impulsar una mayor profesionalización de la industria. La claridad en las obligaciones impositivas puede incentivar a más personas a emprender en este ámbito, toda vez que existen reglas claras y justas para todos los participantes. Por otro lado, este crecimiento puede ser visto como un indicador de nuevas áreas de inversión y desarrollo económico. Muchas marcas y empresas están destinando recursos significativos al marketing a través de estas figuras, lo que a su vez genera empleo y dinamiza sectores relacionados, como la producción audiovisual, la publicidad y la tecnología.
En resumen, ser influencer debería ser considerado como un trabajo independiente como cualquier otro, sujeto a todas las regulaciones pertinentes. Por tanto, el desafío está en adaptarse a estos cambios, promoviendo un entorno que favorezca tanto la innovación como la responsabilidad y cumplimiento tributario. De esta manera, podremos capitalizar su potencial y de la economía digital en su conjunto, contribuyendo al desarrollo económico y social de nuestro país.