El 1 de junio el Presidente Gabriel Boric anunció en su Cuenta Pública que su gobierno iniciará el camino para que Chile sea por primera vez en su historia candidato a sede de los Juegos Olímpicos. Además, confirmó que nuestro ministro del Deporte, Jaime Pizarro ha formalizado ante el Comité Olímpico de Chile la disposición del ejecutivo para iniciar el proceso de postulación de nuestra sede con miras al 2036. Un lindo sueño.
¿Tenemos razones para soñar? Sí, Chile ha demostrado en los últimos años un crecimiento significativo en infraestructura deportiva, torneos sudamericanos y mundiales en diferentes disciplinas, y en especial con la exitosa realización de los Juegos Panamericanos de 2023, el país ha demostrado su capacidad para albergar eventos deportivos de gran envergadura. A lo anterior, se suma la capacidad organizativa que ha sido posible por muchos factores, entre ellos destaca el liderazgo en la gestión deportiva de personas como Neven Ilic, Harold Mayne-Nicholls y Jaime Pizarro, entre otros. Nos podemos permitir entonces, la posibilidad de anhelar con que Santiago sea sede de los Juegos Olímpicos 2036.
Organizar unos Juegos Olímpicos implica un desafío gigante, la logística, el financiamiento y la planificación a largo plazo son pilares fundamentales para llegar a cumplir con éxito las exigencias que declara el Comité Olímpico Internacional (COI). Si bien Chile ha avanzado en estos aspectos, aún existen desafíos por superar, como la inversión pública y privada, mejora en la infraestructura de deportes específicos, la garantía de la sostenibilidad ambiental y social de un evento de esta naturaleza, y la capacidad de movilización de recursos humanos y financieros.
Por otra parte, algunas federaciones chilenas se han destacado por un gran trabajo en los últimos años, ejemplo de ello han dado el remo, rugby, balonmano, hockey y taekwondo, sin embargo, otras federaciones están al debe con gestiones financieras y deportivas mediocres en dónde se confunden intereses personales y familiares con los del desarrollo del propio deporte. Sin una mejora de esa importante gestión federativa, se hará difícil cumplir con el sueño para el año 2036.
Un aspecto muy complejo que Santiago tiene por delante es la competencia internacional por ser sede de los Juegos Olímpicos. Se trata de una “pelea” feroz, con ciudades de renombre mundial compitiendo por la oportunidad de albergar este evento. Santiago deberá demostrar no solo su capacidad organizativa, sino también su capacidad política, de innovación y creatividad para destacarse entre las demás candidatas que harán todo lo posible por alcanzar ese privilegio.
Entonces, si bien Chile tiene el potencial para organizar unos Juegos Olímpicos exitosos en 2036, aún queda un tiempo para convencer al Comité Olímpico Internacional (COI). Dependerá de la voluntad política, el compromiso de la sociedad civil y la capacidad de superar los desafíos que se presenten en el camino.
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