Pablo Rebolledo Dujisin, director de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, y director de la carrera de Administración en Ecoturismo, UNAB Sede Viña del Mar.
El Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra a principios de junio ha servido como un recordatorio global sobre la importancia de la preservación y mejora del medio ambiente. A lo largo de los años, ha inspirado una amplia gama de actividades en todo el mundo, desde concentraciones callejeras hasta conciertos ecológicos y campañas de reciclaje, reflejando un compromiso compartido con la mejora ambiental.
Sin embargo, este año, el enfoque del Día Mundial del Medio Ambiente está particularmente centrado en un tema crítico: la restauración de las tierras. Con ecosistemas de todo el mundo en peligro, desde bosques hasta tierras áridas y lagos, la
humanidad enfrenta una crisis sin precedentes. Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, impactando directamente a la mitad de la población mundial. El aumento de la frecuencia y duración de las sequías agrava aún más esta situación, con proyecciones preocupantes para el futuro si no se toman medidas urgentes.
Bajo el lema “Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración”, el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 busca movilizar acciones concretas para detener la desertificación, restaurar los suelos y fortalecer la resiliencia ante la sequía. Esta iniciativa se alinea con el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), que busca proteger y revitalizar los ecosistemas en todo el mundo, siendo crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A medida que entendemos la necesidad de restaurar los suelos y bosques y regenerar los ciclos naturales de la tierra, el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 nos recuerda que enfrentamos una crisis global que requiere acciones coordinadas a todos los niveles. Desde la firma de convenios internacionales hasta la participación activa en proyectos de restauración, cada individuo y entidad tiene un papel que desempeñar en la construcción de un futuro más sostenible para las generaciones venideras.
Es crucial que, ante la urgencia de la crisis ambiental que enfrentamos, cada uno de nosotros reflexione sobre nuestro propio actuar y se involucre activamente en la búsqueda de soluciones. Esto implica no solo adoptar prácticas más sostenibles en nuestra vida diaria, sino también buscar oportunidades para aprender y contribuir al conocimiento y la acción en materia ambiental.