En Chile, la implementación de la Ley N° 20.609, conocida como la Ley Zamudio, la Ley N° 21.015 sobre discapacidad en el ámbito laboral y la Ley Nº 21.643, conocida como ley Karin, han impulsado acciones concretas en las organizaciones, fomentando la contratación de personas con diversas capacidades y talentos.
“A pesar de los notables avances en muchas áreas, la integración efectiva de personas con diversas capacidades, minorías étnicas, entre otros, continúa enfrentando obstáculos significativos. No solo nos enfrentamos a barreras arquitectónicas inadecuadas, sino también a una red persistente de prejuicios y estereotipos que dificultan el acceso a oportunidades equitativas”, expresa Rodrigo Flores Guerrero, Director Magíster en Gestión de Personas, Facultad de Psicología, Universidad San Sebastián.
Es por ello que el docente USS hace un llamado este 1 de mayo, mientras conmemoramos el Día del Trabajo, a reflexionar sobre los desafíos que enfrenta nuestro mercado laboral en materia de inclusión y diversidad.
“La necesidad de una acción decidida es evidente: empleadores, trabajadores y gobiernos deben intensificar sus esfuerzos para fomentar un ambiente de verdadera inclusión. Esto implica implementar programas de capacitación centrados en la diversidad y adoptar tecnologías que faciliten el acceso laboral para todas las personas. Políticas firmes contra la discriminación y el acoso son esenciales, al igual que el apoyo sólido a los empleados a través de asesoramiento y grupos de afinidad”, indica.
Flores señala que “la evidencia del impacto positivo de la diversidad y la inclusión en la productividad y la innovación es abrumadora. Equipos diversos son más propensos a innovar y a encontrar soluciones creativas a problemas complejos. Esta diversidad se traduce directamente en un aumento de la eficiencia y la competitividad empresarial, esenciales para el dinamismo económico de nuestro país”.
Estudios recientes subrayan un hecho irrefutable: las políticas de inclusión y diversidad en las empresas no son meramente una cuestión de equidad o cumplimiento normativo, sino un sólido motor de éxito empresarial. Por ejemplo, el estudio “Diversity Matters” de McKinsey en 2015, y su seguimiento en 2018, “Delivering through Diversity”, revelaron que las empresas con equipos directivos étnica y racialmente diversos superaban en rendimiento financiero al 35% de sus competidores menos diversos.
Catalyst, una organización sin fines de lucro centrada en fomentar la representación femenina en roles de liderazgo, apunta a beneficios similares. Sus estudios han encontrado que las compañías con más mujeres en roles de liderazgo no solo disfrutan de mejor rendimiento financiero, sino que también son más efectivas en la retención de talento y en la satisfacción de sus clientes.
Estos y otros estudios concluyen algo fundamental: fomentar la inclusión y diversidad enriquece la cultura empresarial y es crucial para el rendimiento financiero y la innovación.
“Este Día del Trabajo, más que una jornada de reflexión, debe ser un catalizador para reafirmar nuestro compromiso con un mercado laboral justo y equitativo. Un entorno laboral inclusivo no es un lujo, es una necesidad urgente y una responsabilidad que todos compartimos. Este 1 de mayo, hagamos de la inclusión una prioridad permanente, hoy y todos los días del futuro”, puntualizó Flores.