El sábado 13 de abril, Irán lanzó un ataque armado con naves no tripuladas sobre Israel. Según las informaciones preliminares, serían más de 200 proyectiles, entre misiles y drones, que han atacado diversas zonas del país, mayormente fronterizas, pero también sectores céntricos. Hasta el momento, según han reportado diversos medios, habría daños en infraestructura militar en el Neguev (al sur) y se lamentaría la pérdida de la vida de una niña de diez años. Gran parte del ataque fue interceptado por el Domo de Hierro y las fuerzas militares estadounidenses desplegadas en el Mediterráneo como apoyo a Israel.
Hay varios factores que podrían explicar la escalada.
Primero, una represalia directa al atentado que sufrió la embajada iraní en Siria el 1 de abril. El ataque provocó la muerte de un par de altos generales de la Guardia Revolucionaria y consiguió la condena del mundo islámico y sus aliados. Israel no ha admitido su participación en el suceso, alegando que el edificio atacado no era una embajada, sino de la inteligencia militar de Irán, bajo la fachada de un centro cívico. Las amenazas de Teherán a Israel fueron directas. La inteligencia norteamericana (y, por cierto, israelí) filtraron que el ataque se produciría este fin de semana (días antes de Pésaj, es decir, la pascua judía), justo en Sabbat, por lo que se alertó a la población a estar preparados y obedecer lo que dijera el gobierno.
Segundo, Israel ha sostenido la tesis de que Irán provoca inestabilidad en la región, financiando y armando a distintos grupos terroristas islamistas (desde Hamas a Hezbollah, pasando por lo hutíes en Yemén) y, además, irguiéndose como el autor intelectual detrás de todos los ataques a objetivos israelíes. Israel mira el ataque de hoy como una continuación o un apéndice del conflicto que está sosteniendo desde hace meses, por lo que, puede ser esperable, una respuesta contundente.
Ambos, Irán e Israel, paralelamente están presentando sus intereses a la comunidad internacional. El primero, alegando que el ataque de hoy sería una respuesta proporcional y justa frente al atentado de principios de mes y, el segundo, pidiendo a la comunidad internacional (este Domingo sesionará de manera extraordinaria el Consejo de Seguridad de la ONU) detener de una vez por todas la arremetida iraní sobre medio oriente. Es muy posible que se mantengan las tensiones y escalen, no en una arremetida de guerra clásica o incursión territorial (al menos no inmediatamente), pero sí en respuestas y ataques focalizados sobre objetivos de interés. Esto, claramente, coloca un nuevo foco de inestabilidad en una zona de por sí frágil.
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