Agnieszka Bozanic Leal, académica e investigadora Escuela de Psicología UNAB Sede Viña del Mar
Presidenta Fundación GeroActivismo
En el marco del 6 de abril, Día Mundial de la Actividad Física, es esencial reflexionar sobre la importancia de promover estilos de vida “saludables”, especialmente entre las personas mayores. La actividad física no solo es beneficiosa para el cuerpo, sino que también desempeña un papel fundamental en la salud mental de este segmento de la población. Según datos recientes, solo un 29% de personas mayores se mantienen “activas” en el segmento de 60 años y un 25% en los mayores de 70 años. Esto demuestra que la mayoría de las personas de 60 y más años en nuestra sociedad no realizan suficiente actividad física. Esto no es solo una cuestión de falta de voluntad, sino también el resultado de barreras significativas que enfrentan las personas mayores para acceder al ejercicio. Algunas de estas limitaciones se remiten a la ausencia de espacios inclusivos para hacer deporte, la falta de tiempo por obligaciones relacionadas a tareas domésticas y de cuidado, lo que les deja poco tiempo para dedicarse a sí mismas y a su salud. Además de otros determinantes sociales que también influyen, como la falta de recursos económicos o la distancia a los lugares donde se ofrecen actividades físicas.
A pesar de que la actividad física regular ha sido sindicalizada como una poderosa herramienta para mejorar la salud mental en personas de todas las edades, no se le ha dado la real importancia en este grupo etario. Múltiples estudios señalan que el ejercicio no solo ayuda a reducir el riesgo de depresión y ansiedad, sino que también puede mejorar el estado de ánimo y la autoestima. Además, participar en actividades físicas grupales puede fomentar el sentido de comunidad y pertenencia, mitigando así la soledad y el aislamiento social, factores que afectan negativamente la salud mental.
En este sentido, es crucial que el Estado y sus instituciones reconozcan la importancia de fomentar la actividad física entre las personas mayores. La promoción de la actividad física en personas mayores no solo les brinda beneficios físicos y mentales, sino que también desafía las nociones de que la vejez es sinónimo de debilidad o incapacidad, promoviendo así una actitud más positiva y empoderadora hacia el envejecimiento, las vejeces y las personas mayores.
Se deben implementar políticas y programas que faciliten el acceso a oportunidades de ejercicio adecuadas y adaptadas a las necesidades de este grupo demográfico. Por ejemplo, podríamos tomar inspiración de iniciativas exitosas en países como Japón, donde se han creado parques específicamente diseñados para personas mayores, con equipos de ejercicio adaptados a sus necesidades y clases dirigidas por profesionales de la salud.
Es esencial entonces que las políticas y los programas diseñados para promover la actividad física entre las personas mayores aborden estas barreras y se centren en hacer que el ejercicio sea accesible y atractivo para todos. Esto podría implicar la creación de programas específicos que se adapten a las necesidades y preferencias de diferentes grupos de personas mayores, así como la implementación de estrategias para mejorar el acceso a espacios seguros y adecuados para la práctica de ejercicio. Además, es fundamental educar a la sociedad en general sobre la importancia de la actividad física en la vejez y combatir los estigmas y prejuicios asociados con el envejecimiento.Hagamos un llamado a la acción para fomentar el bienestar físico en las personas mayores el cual impactará directamente en su salud mental. Garantizar que las personas mayores tengan acceso a oportunidades de actividad física no solo contribuirá a mejorar su salud y bienestar, sino que también promoverá una sociedad más inclusiva y solidaria, donde todas las personas puedan envejecer con dignidad y disfrutar de una vida plena. Recordemos que el envejecimiento no debe ser visto como una carga, sino como una etapa de la vida llena de posibilidades y experiencias enriquecedoras.