Desde el punto de vista ergonómico y considerando los riesgos músculo-esqueléticos, la postura, es la posición de los diferentes elementos del cuerpo, segmentos corporales en el espacio, o bien el cuerpo como un todo, y se ha considerado siempre como un factor de riesgo relevante en la población.
La postura puede significar un peligro para la salud cuando es incómoda o forzada, o de igual manera cuando es sostenida en el tiempo, como trabajar de pie o sentado permanentemente durante el día, ya que, de esta forma, la espalda pierde la curvatura natural que tenemos normalmente, correspondiendo a una lordosis en la zona lumbar. Por otro lado, la cabeza también tiende a adoptar una posición que está directamente relacionada con la disposición de la pantalla. Debido a ello, podemos comenzar con algunas molestias a nivel del cuello.
Si bien es cierto, se ha mencionado el concepto de trabajar de pie, siempre se recomienda alternando, es decir, una posición mixta entre estar de pie y el permanecer sentado. Básicamente, lo que se aconseja es poder permanecer una parte del tiempo de pie y una parte del tiempo sentado. Desde el punto de vista de la legislación actual, se manifiesta que la postura no debe ser mantenida más de treinta minutos antes de alternar.
Por tanto, lo ideal sería trabajar treinta minutos de pie y treinta minutos sentado. El estar de pie, representa una alternativa bastante ventajosa desde el punto de vista del trabajo administrativo. Los estudios han mostrado que los trabajadores están un 70% más conectados con sus funciones, pudiendo llegar a ser un 65% más productivos, bajan la tensión de manera importante y tienen un menor riesgo de obesidad, ya que, al desplazarse constantemente, tienen un mayor gasto energético. Igualmente, refuerzan la musculatura de la espalda, piernas y glúteos, lo que disminuye el riesgo de tener una molestia a nivel lumbar. En este sentido, se recomienda utilizar un apoyo alternado para los pies, lo que permite no sobrecargar el área lumbar.
Mientras tanto, los escritorios o mesas que son regulables en altura, permiten que se puedan adaptar según las medidas de cada persona y a la actividad que esté desarrollando. Por ejemplo, las acciones que requieren una mayor precisión, se llevan a cabo en una posición más alta, a la altura del pecho aproximadamente. De esta manera, se permite que el usuario adopte una postura más saludable para cada momento y para cada dinámica que necesite realizar, dependiendo de sus dimensiones.
Ahora bien, es relevante señalar que no existe una postura ideal para todos. No existe una posición promedio que las personas deban adoptar, la ergonomía trabaja con rangos. La altura máxima para trabajar de pie a nivel de los brazos, es a la escala de los hombros. Por otro lado, la altura mínima para trabajar de pie es al nivel de la cadera, así evitamos flexionar las caderas, lo que podría desencadenar molestias a nivel de la espalda baja o en la zona lumbar.
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