Desde Greenpeace, en tanto, piden a las autoridades nuevos planes de manejo territorial y límites al monocultivo de árboles, cuyas condiciones favorecen la ocurrencia de incendios y agravan la crisis hídrica.
Enfrentamos una ola de calor y con el alza de la temperatura, sube el riesgo de ocurrencia de incendios forestales y megaincendios, que en años anteriores han sido altamente destructivos: el de Valparaíso en 2014, por ejemplo, destruyó 2.900 viviendas y dejó 12.500 damnificados; en el de Santa Olga, el 2017, las llamas consumieron 2.500 casas y hubo más de 8.000 damnificados; y en Santa Juana, el año pasado, se quemaron 904 viviendas y hubo 4.773 damnificados. Entre los 3, suman más de 6.300 hogares quemados y 25.273 personas afectadas.
Para evitar nuevas tragedias de esta magnitud, desde Greenpeace están realizando un llamado a la prevención. “Por las características ambientales que estamos viviendo, de cambio climático, sequía y alza en las temperaturas, sumado a que nuestras zonas rurales están captadas por los monocultivos que facilitan la ignición, hay muchas más condiciones que favorecen la propagación y aumento en la magnitud del fuego. Mientras estas variables no cambien, será tarea de todos evitar conductas que puedan dar origen a un incendio”, dice Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace.
Acción Humana
Según cifras de la Conaf, en Chile, el 99,7% de los incendios forestales ocurre por acción humana de los cuales, un 70% tiene origen en actividades negligentes o accidentales (quema de pastizales fuera de temporada, fogatas, etc) y un 28% a causas intencionales (objetivos económicos, patologías, reivindicaciones) y solo un 1% a causas naturales.
A esto hay que sumar las características de la vegetación de nuestras zonas rurales. “Un 50% de la superficie quemada producto de megaincendios en Chile en el periodo 1985-2018, estaba cubierta por plantaciones forestales, principalmente de pinos y eucaliptos, los que funcionan como un potente combustible para el fuego. En paralelo, sólo un 20% de bosque nativo, 17% de matorral y un 8% de pastizal, se vieron también afectados por este fenómeno”, agrega Espinosa.
Con todas estas condiciones en contra, ¿Cómo lo pueden hacer las personas para protegerse? Acá algunos consejos de Conaf.
1) Separar de las casas el material inflamable: Rolando Pardo, jefe del Departamento de Prevención de Incendios Forestales de este organismo, aconseja quitar combustibles y material inflamable del entorno más cercano de las casas, como techo, ventanas y paredes, y dejarlos a una distancia de al menos dos metros. “Las sillas de playa, balancines, juegos de terraza, etc, que sean de plástico y metal, no deben estar junto a las paredes. Tampoco los balones de gas, los bidones con combustible, la paja del trigo o la leña”, detalla.
El especialista explica que este tipo de materiales “transfiere calor a corta distancia, por radiación. Es decir, que frente al fuego directo, calienta más rápido las superficies de su entorno cercano lo que favorece la propagación de las llamas. Por eso, entre más grande sea el material inflamable, más amplia debe ser la distancia de su ubicación con respecto a la vivienda”, explica.
2) Mantener el techo limpio: Pardo explica que en un incendio, las llamas forman columnas de convección que ascienden el calor, las que en combinadas con el viento, liberan material encendido (llamado pavesas) por el cielo que podría caer sobre las casas. “De ahí el llamado insistente a mantener los techos limpios y libres de basura. No se debe usar como espacio para almacenar plásticos u otros materiales inflamables como palos o plásticos, o dejarlo con las hojas secas de la temporada anterior, porque todo eso puede propagar el incendio hacia la casa”, detalla.
3) Ramas que no se toquen entre sí: el jefe del Departamento de Prevención de Incendios Forestales, dice que las ramas de los árboles cercanos a la casa no se deben tocar entre sí o a la vivienda. “Esta acción lo que busca es evitar que las llamas se pasen a la construcción y para ello, la vegetación debe tener una distancia entre sí. De esta forma, si un árbol se quema, no traspasará el fuego al de al lado por contacto y evita que éste se siga propagando. Lo mismo con el pasto y los materiales. El objetivo es evitar que las llamas tengan continuidad”, detalla.
Y afirma que no se trata de “eliminar vegetación, como ocurre en el caso de los cortafuegos convencionales, en los que se construyen una zanja libre de materia orgánica que llega hasta el suelo mineral -que acarrea otros problemas en invierno-, si no de un manejo correcto de la misma para evitar la transferencia del fuego y el calor”, explica.
4) Construcciones en pendiente libres de vegetación: Rolando Pardo dice que en los únicos casos que se recomienda cortar árboles y vegetación es en el entorno cerca de viviendas en pendientes, por la columna de convección “que eleva las llamas y precalienta la vegetación combustible, facilitando la propagación del fuego”.
5) Cuidado con las herramientas: el especialista de Conaf dice que en el último tiempo han visto incendios cuyo origen está en las nuevas construcciones por parcelaciones. “Son los mismos propietarios, o maestros sin calificación, los que levantan las casas con instalaciones eléctricas defectuosas que luego causan incendios. O que usan herramientas como galleteras, máquinas soldadoras y cortadoras de metales, que tiran chispas que entran en contacto con otros materiales combustibles, como la maleza, en horarios de mucho calor, facilitan la ocurrencia de incendios”, cuenta. Pardo reconoce, además, que se trata de una población compleja, porque “no habita sus casas de forma habitual y es muy difícil encontrarlos para educarlos en la prevención”, confiesa.
De ahí, que su consejo sea siempre hacer estos trabajos acompañados por alguien que esté siempre vigilando el entorno y sea capaz de reaccionar rápido frente al fuego. “Cuando un fuego supera los cien metros cuadrados, va a decir diez por diez, es prácticamente imposible que una persona lo pueda controlar”, asegura.
Por último, el especialista de la Conaf recomienda no usar fuentes de calor cerca de la vegetación entre las 11 de la mañana y las 18 de la tarde, en verano, y denunciar comportamientos sospechosos, como la quema de pastizales, llamando al teléfono 130. En el siguiente link se puede consultar material dispuesto por este organismo: Pequeñas acciones crean grandes efectos
Estos consejos responden a acciones que cada persona, de forma individual o comunitaria, puede realizar para evitar incendios. Sin embargo, desde Greenpeace también realizan un llamado a la autoridad, para poner freno a algunas de las condiciones que favorecen este fenómeno. “Requerimos una política que ponga límites a la expansión del monocultivo que (además de favorecer la propagación de incendios) contribuyen a la crisis hídrica por el alto consumo de agua que requiere su crecimiento. Y avanzar en una política de Ordenamiento Territorial que favorezca la diversificación del paisaje y la protección de los ecosistemas que nos ayudan a resguardar los equilibrios fundamentales del medio ambiente”, dice Silvana Espinosa.
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