Hoy, el proceso de envejecimiento de la población ha ido tomando relevancia frente a la extensión de esperanza de vida en las personas a nivel mundial. Los cambios en las tasas de natalidad, la tecnología al servicio de la medicina y los equipos de salud, junto con la disminución de las tasas de mortalidad, han logrado capturar la atención de los diferentes agentes involucrados en el desarrollo de nuevas políticas públicas. En particular, los especialistas ven con preocupación el manejo y los cuidados que requerirá en un par de décadas más la población envejecida (Papalia, Feldman, Martorell, 2012). Para el año 2050, se espera que el número de personas dentro del rango sobre 60 años aumentará de 600 millones a casi 2000 millones, duplicando el porcentaje de 10 a 21%. En países desarrollados, se espera que la población de personas mayores se cuadruplique en los próximos 50 años (Alvarado & Salazar, 2014).
Dentro de los países sudamericanos, Chile es considerado el segundo país más envejecido (CELADE, 2015), pues un 15% de población se encuentra dentro del rango de 60 y más años. Asimismo, la esperanza de vida actual promedio es de 79 años, lo que indica un estadio de envejecimiento avanzado (INE, 2018). El CENSO 2017 muestra una población de 17.574.003 habitantes, donde los mayores de 65 años representan 11,4% (2.003.256). Si consideramos dentro de esta cifra a los mayores de 60 años, según el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), el porcentaje se eleva a 16,2% (SEMANA, 2017).
Teniendo estos números claros, podemos entender lo relevante que es hacerse cargo de la condición de vida de las personas mayores en nuestro país y junto con ello acompañar a las familias en este proceso, fomentando un envejecimiento activo, que propicie la autonomía y habilidades cognitivo-comunicativas de las personas que se encuentran en esta etapa de vida. Sin embargo, en el caso del Alzheimer cobra aún más relevancia el acompañamiento terapéutico tanto para la persona que está viviendo la enfermedad como para su cuidador, quien sufre el desgaste físico, emocional y social asociado a su rol.
El documental deja en evidencia la relevancia que tiene para la vida de las personas la memoria, la comunicación y cómo el avance de la enfermedad va quitando poco a poco lo más preciado que tienen las personas: su pensamiento, sus historias, sus relatos, su lenguaje. Nuestros pensamientos más profundos son descritos verbalmente por nuestro discurso. Un “te amo”, un “gracias”, un “no me abandones”, son transmitidos a través de un lenguaje complejo y enriquecido. Gestos, miradas, entonaciones, palabras que trasfieren emociones, pensamientos y la esencia de las personas.
El Alzheimer va deteriorando progresivamente las funciones mentales y físicas, pero es posible ir frenando un avance frenético de la enfermedad. El acompañamiento de un equipo multidisciplinario que mantenga la movilidad corporal conserve y entrene habilidades cognitivo-comunicativas necesarias para extender el funcionamiento eficiente de la memoria, la atención, el lenguaje, su autonomía, su rol social, permitirán a esa persona y su familia llevar de mejor manera una condición que, si bien es progresiva y no tiene retorno, permita a la persona y su familia entender, aceptar y disfrutar de mejor manera el día a día. Geriatras, Kinesiólogos, Fonoaudiólogos, Psicólogos y Terapeutas ocupacionales, entre otros profesionales, conforman un equipo integral que puede acompañar a la familia, amigos y cercanos de una persona con Alzheimer en el día a día de la mejor manera posible.
La pandemia a su vez nos mostró, y en la documental queda en evidencia, el efecto negativo que implica la aislación social de las personas mayores o de quienes padecen alguna condición como lo son los trastornos neurocognitivos. El rol activo en las personas, más aún en aquellas sobre 60 años, es vital para un buen vivir de su tercera etapa.
A su vez, siempre vemos lo que ocurre con quien presenta una enfermedad, pero ¿qué sucede con su entorno? Paulina en su relato deja en evidencia la soledad que vive un cuidador, quien pese a tener una motivación que los compromete con el cuidado, también enfrenta el desgaste y cansancio sin respiro. Entonces, como sociedad debemos hacernos cargo de ese acompañamiento: no abandonar sino acompañar, contener y estar.
Para concluir, “La memoria Infinita” nos muestra lo relevante de cuidar y potenciar nuestras habilidades cognitivas-comunicativas, mantener una vida activa físicamente, cultivar el ocio y todo aquello nos permitirá mantenernos cerca y conectados con los que amamos el mayor tiempo posible, mientras la memoria lo permita. Esa memoria que nos ayuda a preservar nuestra identidad.
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