El estudio impulsado a nivel regional por la plataforma de empleos Laborum y Grow, organización especializada en género y trabajo, develó además que, en la mayoría de los casos, los líderes o jefes directos son los principales en ejercer este tipo de agresiones, a través de la dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales.
Con el objetivo de conocer y analizar las experiencias de violencia simbólica en el contexto del trabajo, el portal de empleos Laborum junto a Grow, organización especializada en género y trabajo con más de diez años de trayectoria en América Latina, realizaron un estudio a nivel regional, en el que participaron 1.062 personas de Argentina, Perú, Panamá y Chile.
Se entiende por “violencia simbólica”, aquellas acciones que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos, transmitan y reproduzcan dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de una persona sobre otra, afectando principalmente a mujeres y otros grupos vulnerables en la sociedad, según explica Georgina Sticco, co-fundadora de Grow.
A nivel regional, el 85% de las personas aseguraron vivir o haber vivido violencia simbólica en el ámbito laboral. En el caso de Chile, si bien la cifra disminuye, no deja de ser preocupante: siete de cada diez personas, es decir un 70%, manifiestan haber pasado o estar pasando por este tipo de situaciones.
Los resultados a nivel país, dan cuenta de que los trabajadores encuestados no solo experimentaron en primera persona la violencia simbólica, sino que también escucharon situaciones asociadas, como comentarios o bromas inapropiadas, incrementando el porcentaje al 81%, es decir ocho de cada diez personas han estado involucradas de una y otra forma en este tipo de violencia a nivel laboral.
“Los datos que nos entrega este estudio, nos permiten observar que la violencia simbólica tiene una marcada presencia en el mundo laboral. Y, lo que es aún más llamativo, está tan naturalizada que la mayoría de las personas no es consciente de estar experimentándola. Es así que el 63% de los trabajadores encuestadas en Chile, no consideraba violencia a las situaciones que se describen en el cuestionario antes de que se las enumerara”, advierte Diego Tala, director de Laborum
Respecto a las situaciones experimentadas, se destacan los comentarios inapropiados o agravantes sobre la apariencia física, cuerpo y vestimenta con un 62%. “El aspecto físico es un gran factor al momento de recibir comentarios discriminatorios y violencia simbólica. Si lo pensamos desde un enfoque de género, es posible que esto afecte en mayor medida a las mujeres, dado que el imperativo de belleza y buena apariencia recae principalmente sobre ellas”, agrega Georgina Sticco.
De la misma forma, el 44% de los encuestados afirma haber visto estereotipos de género presente en mensajes, imágenes y/o comunicaciones en su lugar de trabajo.
Por otro lado, el 46% de los chilenos manifiesta haber recibido comentarios inadecuados en relación a la falta de reacción ante bromas o agresiones y un 43% por mostrar sensibilidad o emocionalidad.
Otra práctica que vivenciaron gran parte de las personas que participaron en el estudio, fue el recibir tareas o roles que están fuera de las responsabilidades de su puesto laboral en función de su género con un 42%. Por ejemplo, servir café, tomar notas, colgar el abrigo de su jefe/a, decorar espacios o realizar tareas de fuerza.
Líderes y jefes: principales perpetuadores de la violencia simbólica
Un dato interesante que arroja la encuesta es que, en la mayoría de los casos, los líderes o jefes directos son los principales en ejercer la violencia simbólica, con un 38%. A estos le siguen los compañeros de trabajo con 36%; grupo de personas con 25% y una persona externa a la organización con 21%.
“Resulta preocupante y a la vez fundamental tener en cuenta los resultados de este sondeo, sobre todo considerando que gran parte de la responsabilidad de provocar y perpetuar este tipo de prácticas negativas recae en los líderes y jefes de las organizaciones. Es necesario generar campañas y políticas, tanto internas como a nivel gubernamental, para tomar real consciencia de este fenómeno, ya que puede tener serias consecuencias para los trabajadores tanto en sus vidas laborales como personales”, concluyó el director de Laborum.