Jorge Astudillo Muñoz, Coordinador de Investigación de la Facultad de Derecho, UNAB sede Viña del Mar.
El día domingo 13 de noviembre la encuesta CADEM arrojó una significativa alza en la aprobación ciudadana al Gobierno de Gabriel Boric en comparación a las últimas semanas. Esto es una buena noticia, no solo para el primer mandatario y la coalición gobernante sino para Chile. En efecto, nunca será bueno para un país que su Gobierno tenga escasas muestras de apoyo en la ciudadanía, porque ello refleja que una de las principales instituciones políticas no está ejecutando de forma eficiente el mandato conferido y ello incide negativamente en la vida de todos.
Por otro lado, el alza evidenciada por CADEM va de la mano con la moderación del discurso del primer mandatario, hoy más cercano a la prudencia y mesura de la vieja Concertación que a la fiebre refundacional del Partido Comunista y algunos sectores del Frente Amplio. Considero que la detención de su caída libre en las encuestas tiene que ver con señales que Boric ha dado y que lo distancian de su proyecto político original. Así, al presentar una reforma previsional que reconoce la propiedad privada de la mayor parte de los fondos de los cotizantes, su heredabilidad y la posibilidad de elección, el reconocimiento de que existe terrorismo en la Araucanía, la exclusión de su vocabulario de la palabra “Wallmapu”, etc., son declaraciones y medidas que lo alejan de la extrema izquierda y lo instalan más al centro del mapa político. Sin duda, lo anterior es bien visto por una comunidad política que mayoritariamente manifestó el 4 de septiembre de 2022 su rechazo a experimentos refundacionales propuestos por la Convención Constitucional.
Si Boric logra mantener algún grado de continuidad en su discurso (algo complicado para él como es sabido por todos) de seguro podrá revertir los bajos resultados mostrados hasta la fecha, lo que implica un cierto grado de tranquilidad para el Gobierno, pero al mismo tiempo tendrán que aceptar que el proyecto político con el que Apruebo Dignidad soñó, imponer en Chile el socialismo del Siglo XXI, cada vez se va disipando dentro de una realidad política compuesta por una gran mayoría ciudadana que quiere mejorar sus condiciones de vida pero en forma pacífica, respetando las instituciones republicanas, con prudencia y moderación.