Lo anterior, es producto de un trabajo de largo aliento, donde el binomio jinete – caballo han sido capaces de lograr una gran cohesión. En esta amplia vitrina de galardones, el Ejército ha realizado arduo trabajo en el cuidado de sus ejemplares, lo que implica que personal calificado fuera de las canchas, entrega los diversos cuidados a los ejemplares equinos.
Ejemplo de ello, es la Cabo Segundo Nicol Cañoles S., integrante del Taller de Herraje de Campo Militar “San Isidro” en Quillota, es una de aquellas personas que combinan conocimiento, disciplina y amor por los animales, señalando que “Los caballos son seres muy inteligentes que saben muy bien si una persona tiene o no experiencia en este ámbito. Cuando llegan al taller, le hablamos y le hacemos cariño. Al lograr un grado de confianza le levantamos las patas y las manos y así permiten que hagamos nuestro trabajo”.
La Cabo Segundo Cañoles, conforma un equipo de seis herradores, los cuales atienden más de 160 ejemplares que compiten en equitación y polo, además de un grupo que conforma el Cuadro Negro del Ejército. Explica que el herraje es fundamental en el desempeño de un caballo. “El casco o uña crece cerca de un centímetro al mes y si no se empareja, produce heridas, dolor e incluso hasta cojera. Eso puede generar un accidente con serias consecuencias para el jinete o el animal”. De ahí la importancia de sus herramientas como la maceta (martillo) y el machete, junto a su equipamiento habitual: overol, pierneras, guantes, lentes y zapatos de seguridad.
Su lugar de trabajo está junto a la fragua (fogón donde se trabajan los metales), espacio donde da forma a las herraduras, trabajo que es mucho más que golpear el material al rojo vivo. “Requieren de una labor donde hay que aplicar fuerza, pero también cálculo para que calcen a la perfección, ya que cada casco es distinto”, afirma.
La Cabo Segundo Cañoles ha demostrado cariño y dedicación por los animales desde temprana edad. Antes de realizar su Servicio Militar en el Regimiento de Telecomunicaciones N° 4 “Membrillar” en Valdivia, trabajó en una veterinaria en la atención de animales menores. Más tarde, cuando era alumna de la Escuela de Suboficiales, se abrieron cupos para enfermería veterinaria, especialidad que reafirmó su vocación. Posteriormente, y al ser destinada a la Escuela de Equitación, efectuó el curso de Salud Animal, programa del cual egresaron las primeras enfermeras – herradoras el año 2014.
Actualmente, enseña a un grupo de cabos dragoneantes y también a alumnos del curso de conducción de ganado mular. Allí aborda temáticas como Protocolo para herrar, Cuidados y Forja. En ese contexto, y para acceder al título de Profesor Militar de Escuela, trabaja en la tesis de “Protocolos de herraje ortopédico”, texto que ahonda en los cuidados necesarios para aquellos caballos que presentan lesiones durante sus entrenamientos. “La salud animal es la base para alcanzar triunfos deportivos”, indica finalmente.
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