Verónica Rubio, directora de la carrera Trabajo Social en UST Viña del Mar, se muestra optimista respecto al proceso constituyente y hace un llamado a la participación: “ojalá la gente se atreva, ojalá que un dirigente vecinal se atreva a ser candidato”.
Tras los resultados del último Plebiscito Nacional, existe mucha expectativa sobre lo que pasará en el proceso constituyente y el rol que jugarán la sociedad civil y los partidos políticos. Verónica Rubio, directora de la carrera Trabajo Social de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar, cree que la participación de la ciudadanía no se apagará y que las demandas que gatillaron este movimiento seguirán presentes.
“No creo que la gente sienta que ya cumplió con votar en el plebiscito y vaya a dejar lo que viene en manos de otros. Este movimiento es tan fuerte y la sociedad civil está empoderada, que yo esperaría que la gente se atreva a ser candidato en este proceso constituyente, que un dirigente vecinal se atreva, por ejemplo. Yo creo que las personas van a estar muy pendientes y no van a dejar que cualquiera sea candidato, como también buscarán respaldar a candidatos que representen legítimamente sus necesidades sentidas”, sostiene.
La académica hace un paralelo entre este momento histórico y el del plebiscito de 1988: “el escenario es muy distinto. En esa época las esperanzas estaban puestas en la izquierda, pero hoy la gente ya no cree ni en la izquierda ni en la derecha. Hoy la ciudadanía cree en sí misma para demandar respuestas y lo ha demostrado en su capacidad organizativa y autoconvocante. Sí creo que habrá que transar en algunas cosas, tal como pasó en el ’88, pero hay puntos esenciales que no se van a transar, la sociedad civil bien organizada no va a dejar que en la papeleta (de candidatos) aparezcan nombres que no deberían estar”.
“La gente ya perdió el miedo, no va a dejar de luchar por construir un Chile para todos, todas y todes”, asegura Verónica Rubio, quien sostiene que la fuerza del movimiento social radica en la presencia de una sociedad civil organizada, empoderada y participativa: “La gente pasó de la ilusión de que la tomen en cuenta, a la certeza de que es deber del Estado la consideración de sus derechos”.
“En Chile se pasó del miedo a la rabia y de la rabia a la movilización social. Hoy hablamos de nuevos actores y actrices sociales, que son los grupos que históricamente han sido excluidos. Esos grupos hoy están organizados y esa es la gran diferencia, la gente sabe que se puede organizar y luchar por sus derechos. ¿Quién se iba a imaginar hace unos años que íbamos a poder sacar los fondos de las AFP? Eso era impensable… entonces ¿por qué no podemos avanzar también en educación gratuita y de calidad? ¿en pensiones dignas? ¿por qué no?”, se pregunta.
Otro cambio que observa es que el escenario ya no se puede entender desde una lógica que divida a la sociedad en izquierda y derecha. “El mundo actual es más que eso, se ha ido develando la diversidad que conforma Chile, lo que somos. Y no hablo sólo de diversidad de género, tenemos que pensar en grupos como la infancia, los migrantes, los pueblos originarios, las mujeres… grupos que han sido históricamente invisibilizados y reprimidos”, dice.
Recordando el Plebiscito Nacional de hace pocas semanas, la académica de UST señala que “es un hito importante que haya votado gente que nunca antes se había motivado a participar. Los jóvenes fueron mayoritariamente a votar, las cifras de votantes son las más altas de la historia. Si hay alguien que todavía piensa que a la gente no le interesan estos temas, lo que pasó demuestra que este no el Chile de 1900, hoy la gente está organizada, informada. Se está valorando que por primera vez en la historia vamos a tener una Constitución escrita por la ciudadanía. Eso nunca había pasado, eso siempre estuvo en manos de las elites”.
“El movimiento social está muy organizado, si tú ves las marchas pacíficas no hay banderas de partidos políticos, sino que están presentes los mapuche, los migrantes, la diversidad de género, el movimiento ‘No + AFP’, los profesores, las mujeres, los niños, las juventudes, que son movimientos que representan las necesidades de la población y que han sido históricamente excluidos”, continúa.
La directora de Trabajo Social sostiene que hubo dos elementos que se conjugaron para evidenciar la realidad del país: el estallido social y la pandemia. “El estallido social develó que no hay un solo Chile, hay muchos ‘Chiles’ distintos. Y la pandemia develó mucho más la desigualdad social porque no podemos decir que la pandemia es transversal a las clases sociales, afecta más a los pobres, a los que perdieron su trabajo, a los que tuvieron que reconvertirse. El Covid ha sido un develador silente de la desigualdad en Chile y Latinoamérica”, dice.
“El estallido social y el Covid generaron un cambio fuerte y rotundo en las bases de lo que creíamos normal. Si alguien está esperando volver a la normalidad, eso no ocurrirá. No hay regreso al 2018. Deberemos aprender nuevas formas de relacionarnos, de trabajar y de educar, la distancia física quizás llegó para quedarse, pero las fronteras de lo político-social comenzaron a desdibujarse. Para ello aprendamos con templanza, resistencia y reciprocidad a construir un Chile con espacio para todas, todos y todes. Estar a la altura de estos cambios debe ser nuestro legado, más allá de la profunda crisis sociosanitaria que enfrentamos. Los ojos de nuestros hijos y estudiantes nos observan, nuestro deber es dejarles un mejor Chile que habitar”.