Si bien no se sabe con certeza cuál es el origen de la palabra bruja, se dice que el término tiene origen celta, pues procede de la palabra “brouxa”, la cual significa “ver ouxa” y que se traduce como “muy alta”. En la mayoría de las culturas ancestrales, las mujeres brujas eran muy respetadas, al igual como lo son las Machis o Chamanes en los pueblos originarios de América Latina, por su gran conocimiento de la naturaleza, de las plantas y hierbas y de sus usos medicinales. Cumplen también el rol de vínculo con la madre tierra y entre los miembros de sus comunidades.
Fue en la edad media cuando el conocimiento de mujeres de alto valor, transmitido de generación en generación, se vio como contrapuesto a las “enseñanzas” del cristianismo. Amenazaba, no solo los principios teológicos, sino que también la supremacía de los hombres establecida por la cultura patriarcal imperante. El oscurantismo de esa época caricaturizó a las brujas como mujeres maléficas y hechiceras que tenían pacto con el demonio para hacer el mal. Llevadas ante el santo Oficio, las mujeres fueron acusadas de brujas y sentenciadas a multas, exilio, castigos, torturas y a morir quemadas en la hoguera.
En América Latina, una de cada tres mujeres sufre violencia de parte de su pareja o ex pareja, el año 2019, hubo casi cuatro mil femicidios de los cuales 45 ocurrieron en Chile. Un estudio reciente realizado por Fundación Semilla en el sistema escolar en la región metropolitana de Santiago, señala que una de cada tres estudiantes ha sido discriminada por género y que la mayoría de los y las jóvenes, no acuden a las instancias institucionales cuando han sido abusadas o violentadas porque no confían en obtener justicia. Más aún, temen ser indicadas con el dedo como provocadoras de la situación que vienen a denunciar.
La pandemia y las medidas sanitarias han agravado la situación y por ello, hoy más que nunca, necesitamos avanzar hacia una nueva escuela que imparta y viva una educación no sexista, preocupándonos del desarrollo integral de las personas y esto involucra deconstruir los roles de género, y expandir las potencialidades de cada persona, considerando también una educación que aborde la sexualidad de manera amplia e inclusiva, y no limitada solo a aspectos biológicos
La Inquisición duró aproximadamente 350 años y su fin fue hace menos de doscientos años, sin embargo, para las mujeres golpeadas, abusadas y asesinadas, la cultura y los valores de la Inquisición siguen vigente. Los femicidios son la Inquisición de siglo XXI.
Marcelo Trivelli
Presidente Fundación Semilla
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