No hay fechas concretas, pero llegará el momento en que se inicie el desconfinamiento. Total o parcial, con avances y retrocesos, las personas se preparan para retomar algunas de sus rutinas previas al coronavirus y eso implica –otra vez- un cambio en la relación con sus mascotas. Y si hace unos meses la pregunta era cómo adaptarnos al encierro y a compartir espacios, ahora la interrogante se plantea al revés: ¿cómo viviremos el proceso de alejarnos de nuestros animales? La tarea no será fácil, advierte Gonzalo Chávez, académico de Medicina Veterinaria de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar y subdirector de la Comisión de Tenencia Responsable del Colegio Médico Veterinario de Chile.
El docente explica que, en términos sencillos, las mascotas ya se habituaron a que estemos todo el día con ellas. Para los perros es motivo de felicidad gozar de la compañía humana, no así para los gatos, reconocidos por su independencia. Pero para ambas especies la separación será un nuevo cambio en su vida, el que idealmente debe ser supervisado por sus tenedores.
Pensando en la proximidad del desconfinamiento y el posible retorno a algunas actividades, Chávez advierte sobre el peligro de la aparición del trastorno de ansiedad por separación, que posiblemente asome en nuestras mascotas cuando ya no estemos todo el día con ellos. “Es un síndrome que antes se describía sólo en perros, pero también existe en otras especies capaces de generar vínculos, como los gatos, los loros y hasta las iguanas”, explica.
“Este trastorno ocurre en individuos que, ante la posibilidad de perder contacto con sus seres de apego, entran en estados de ansiedad o pánico. Si el perro ve que la persona se prepara para salir de la casa, comienza a alterarse, se pone al lado de la puerta, ladra y gruñe. Al perro le da mucho susto pensar que se va a quedar solo”, indica.
El académico de UST Viña del Mar enumera algunos signos característicos de la ansiedad por separación: vocalizaciones exageradas cuando los dejan solos (perros que se quedan aullando toda la mañana, por ejemplo), destrucción de zonas de reunión con su ser de apego o de elementos que le recuerden a esa persona, como la ropa o el control remoto. “Incluso llegan a atravesar ventanales… es así de dramático porque el animal se siente desolado, no es capaz de enfrentar la vida al separarse de su ser de apego”, señala.
¿Cuáles son los animales que tienen más riesgo de presentar este trastorno? Las mascotas con antecedentes previos de ansiedad por separación, los animales viejos porque tienen menor capacidad de adaptación, los cachorros porque están todavía en proceso de generación de vínculos y las mascotas que fueron adoptadas en pandemia. “Para ellos, la normalidad es estar todo el día con sus familias, entonces les va a costar más adaptarse al cambio”, asegura Chávez.
Si sabemos lo que puede ocurrir, lo ideal es prepararnos para que este proceso no sea tan traumático ni para los animales ni para las personas. “Un buen comienzo es fomentar la independencia de las mascotas dentro de la casa, lo que es difícil, porque es todo lo contrario a lo que hemos hecho siempre. Si antes la llamábamos para que nos acompañara a todas partes, ahora no hay que hacerlo. Si la invitábamos a subir a la cama, ahora no lo hagamos. Y vayamos retomando rutinas. Por ejemplo, hacer el mismo ritual que hacíamos cuando íbamos a preparar un paseo, hacer sonar las llaves, para que la mascota vaya reactivando esos recuerdos. La idea es que esto no sea traumático ni que el animal lo vea como un castigo. De a poco hay que hacerle entender que no siempre puede estar con nosotros”, recalca.
¿Cómo reconocer a una mascota estresada? Chávez recomienda fijarse en su conducta. “Cuando uno piensa ‘mi perro está raro’ es porque efectivamente algo le está pasando. Si ladra mucho cuando uno se va a trabajar o destruye todo cuando se queda solo, no es normal. Lo mismo si pierde el apetito. En el caso de los gatos, puede que duerman mucho más de lo habitual, hasta 20 horas diarias, que dejen de acicalarse o que se escondan y eviten el contacto”.
Respecto a fórmulas para aliviar esa sensación de ansiedad, el profesional opina que la idea es motivar física y mentalmente a los animales. Para eso, son ideales los juguetes que fomenten su independencia, construir una zona segura (un canil, por ejemplo), enriquecer su entorno y retomar las rutinas. “Volver a dedicarles los cinco minutos que les dedicábamos todos los días al llegar del trabajo. Pero que sea un momento exclusivo para ellos, donde no compitan con nadie por nuestra atención”, finaliza.
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